Minucias, aparentes...

“…no siempre voy a cuidar de tu camino, eso es solo tuyo que le voy hacer...”
Fabiana Cantilo

Cuando mire mi reloj, me di cuenta de lo tarde que era, entonces me vestí muy rápido, busque desesperadamente la manija para abrir la puerta y salí corriendo de aquel lugar, al abrir la puerta la luz del sol me cegó por un rato. Camine hasta llegar a una esquina donde siempre la esperaba. La noche anterior había bebido lo suficiente como para no recordar nada por las próximas horas, mire alrededor buscando que no hubiera nadie y luego camine tranquilamente…

Me arregle el cabello un poco, hacia más de cinco meses que no me lo cortaba y no podía creer lo largo que lo llevaba, me gustaba llevarlo así. Abrí los ojos y sacudí la cabeza de un lado a otro tratando de despertarme por completo… y caminaba, algún perro empezó a ladrar cuando pasaba, cuando al fin llegue a casa, entre en mi cuarto me quite lentamente la ropa. Prendí el radio y puse algún cd.

“...y nuestra vida, en nuestra vida, en nuestra vida, en nuestra vida y nuestra vida entre la vida sigue igual. Entre la vida sigue igual…”

Tarareé la canción y caminé desnudo hacia el baño, cuando entre las blancas paredes me generaban un vago recuerdo de ayer, al dejar caer el agua, un fuerte espasmo me recorrió toda la espalda llegando hasta los pies (y pensé de nuevo en ayer), de repente las piernas me empezaron a temblar levemente, esto paso a convertirse en un escalofrió que me estremeció todo el cuerpo, sentí como se me cortaba la respiración por algunos instantes, Dios parecían eternos y cuando al fin pude exhalar, me sentí liviano, como si una carga se me hubiese sido arrebatada de encima, creí ver a Dios.

Cuando salí no pude evitar mirarme en el espejo, había subido unos kilos. Y me reí un poco, empecé a vestirme. Cogí mi mochila y salí corriendo hasta llegar a una esquina, ahí me encontré con un compañero de clases, le dije hola, agache la cabeza y no le preste más atención, pensé en lo de ayer y recordé algo, y me dije “...relaciones que cambian de continuo, que no duran nunca y en el que el corazón no puede tener parte, ¡Al diablo con todo!”, siempre he querido para mí un lugar al cual siempre podría regresar. Cierro los ojos por unos segundos y dejo salir un suspiro, continuo caminando con la cabeza gacha, siento un empujón, levanto la cara y me doy cuenta que llegamos. Ambos apuramos el paso, entramos al colegio, subimos algunas escaleras llegamos al salón y vi a ese profesor que solo jode, “maldición, otra vez ese viejo” siempre andaba diciéndome que me corte el cabello, “tío de mierda, habría que decirle que se toque la cabeza”. Qué suerte la mía… la nuestra, el salón tenía dos entradas, usamos la de atrás, entramos sin avisar y aquel hombre no se dio cuenta de eso, ambos nos sentamos tranquilamente. Lo único que quería hacer era dejar caer mi cabeza en el escritorio y dormir, dormir.

Al rato algo golpeo mi cabeza, levanto la mirada y era ella que me lanzaba papeles, solo levante la mano para saludar, saqué mi cuaderno, luego mire la verde pizarra y anote algo, cuando termino la clase me quedé sentado, volví a agachar la cabeza y esperé que todos salieran.

- Hola.
- Hola y ¿Cómo estás?, le pregunte, ella solo río y yo supuse que estaba bien.
- Oye y que dijo antes que… ella me acaricio el cabello. Cerré los ojos por un instante luego me levante e intente sonreír.

Me puso una mano en la nuca y acerco sus labios a los míos, que lengua más rica pensé. Cogimos nuestras mochilas y salimos de aquel lugar, cogidos de las manos caminando tranquilamente, caminamos hasta la noche por la carretera y de cuando en cuando nos deteníamos para mirarnos y besarnos, yo quería probar nuevamente esa lengua.

Saque un cigarrillo de mi mochila y me puse a fumar, ella solo me miro e hizo una mueca, a veces solía encender cigarros cuando necesitaba pensar o hacer cosas como esas, de repente ella me lo quito, le dio una pitada, suspiró hondo y lo arrojo al suelo, seguimos caminando.

Saque mis llaves, ingresamos, ella busco un poco el interruptor y prendió las luces (después de cinco visitas, tendría que saber donde estaba), luego se acerco al radio busco un cd y lo puso. “…no existe ningún dolor, que este para siempre, no debemos hacer planes del amor, de la vida” ella tarareo algo de la canción y luego se rio, nos echamos en la cama y solo miramos el techo por un buen rato. Entonces ella volteo me puso una mano en el corazón y sintió como latía, soltó una risita y me abrazo yo le tome la mano y la agarre fuerte, muy fuerte y luego cerramos los ojos.

Cuando me desperté en la madrugada y ella me susurro o al oído”…niño no tengas miedo, ahora que está oscureciendo, yo te tapare los ojos para no verlo, porque no hay cielo y no hay infierno, solo nosotros y nuestros cuerpos”*. Entonces recordé recordó el final de alguna canción y me dormí…

“miro por la ventana del micro y… triste, triste. Algunas veces me siento así, creo que es el problema de la vertebra 512…” ANONIMO...